PERDER LA CABEZA
Sujeta tu cabeza con ambas manos. Ahora gírala, gírala. Vueltas en círculo hasta que se desprenda de tu cuello. Aguanta la respiración (espero que hayas tomado mucho aire antes de empezar). Ahora busca algo que te guste, colócalo encima de tus hombros e inicia un nuevo giro en el sentido opuesto al movimiento anterior: ponte como cerebro unas flores, una calavera, un rostro superheróico, la cara que la imaginación colectiva ha puesto sobre una deidad, o la mascota de una corporación.
Verás al mundo diferente.
Verás, mundo, al diferente.
La obra del artista hongkonés Hin traslada elementos de la cultura popular y el arte callejero a composiciones que nos remiten a la potencia de las ilustraciones realizadas por alumnos de preescolar. Estos collages de la era post laptop se muestran ante nosotros como un cuestionario abierto.
¿Son una crítica a la cultura dominante?
¿Contienen pronunciamientos sociales, político?
¿Son una hoja de cuaderno amplificada, extraviada?
Una parte de ellos pertenece al mundo de lo soñado, otra parece recortada de las noticias del día, una más habita los libros de historia, se suman imágenes de las revistas de moda, la tienda de cómics.
Hin habla, mediante su gráfica, acerca de las contradicciones propias de la naturaleza humana. De los procesos de adaptación, palpa el horror cotidiano y lo convierte en anatomías imposibles con proporciones que invitarían a correr a quien se topara con ellas en una pesadilla.
Su base de operaciones es la ciudad de Londres. Existen registros de su paso por la zona Este, donde ha dejado encapuchados, monos, gallinas con pechos sangrantes y hombres murciélago pegados en los muros.
La lista de sus colaboraciones incluye firmas de moda, telefonía y películas.
Deja tu cabeza en cualquier parte. Ya podrás volver por ella cuando termine la fiesta de colores. Cámbiala por cualquier cosa que encuentres a la mano, encima del escritorio, en la bolsa de la basura. Siente tus brazos extenderse, como si fuesen un trazo de crayón. Colisiona contigo mismo, con esos retratos que generan dogmas y creencias. Cuando tengas pétalos sobre los hombros deja que hagan tu retrato. Querrá verte todo el mundo.
Sujeta tu cabeza con ambas manos. Ahora gírala, gírala. Vueltas en círculo hasta que se desprenda de tu cuello. Aguanta la respiración (espero que hayas tomado mucho aire antes de empezar). Ahora busca algo que te guste, colócalo encima de tus hombros e inicia un nuevo giro en el sentido opuesto al movimiento anterior: ponte como cerebro unas flores, una calavera, un rostro superheróico, la cara que la imaginación colectiva ha puesto sobre una deidad, o la mascota de una corporación.
Verás al mundo diferente.
Verás, mundo, al diferente.
La obra del artista hongkonés Hin traslada elementos de la cultura popular y el arte callejero a composiciones que nos remiten a la potencia de las ilustraciones realizadas por alumnos de preescolar. Estos collages de la era post laptop se muestran ante nosotros como un cuestionario abierto.
¿Son una crítica a la cultura dominante?
¿Contienen pronunciamientos sociales, político?
¿Son una hoja de cuaderno amplificada, extraviada?
Una parte de ellos pertenece al mundo de lo soñado, otra parece recortada de las noticias del día, una más habita los libros de historia, se suman imágenes de las revistas de moda, la tienda de cómics.
Hin habla, mediante su gráfica, acerca de las contradicciones propias de la naturaleza humana. De los procesos de adaptación, palpa el horror cotidiano y lo convierte en anatomías imposibles con proporciones que invitarían a correr a quien se topara con ellas en una pesadilla.
Su base de operaciones es la ciudad de Londres. Existen registros de su paso por la zona Este, donde ha dejado encapuchados, monos, gallinas con pechos sangrantes y hombres murciélago pegados en los muros.
La lista de sus colaboraciones incluye firmas de moda, telefonía y películas.
Deja tu cabeza en cualquier parte. Ya podrás volver por ella cuando termine la fiesta de colores. Cámbiala por cualquier cosa que encuentres a la mano, encima del escritorio, en la bolsa de la basura. Siente tus brazos extenderse, como si fuesen un trazo de crayón. Colisiona contigo mismo, con esos retratos que generan dogmas y creencias. Cuando tengas pétalos sobre los hombros deja que hagan tu retrato. Querrá verte todo el mundo.
Histeria® Todos los derechos reservados © 2013 | Diseño web Histeria®